La descarbonización implica reducir las emisiones de carbono, especialmente dióxido de carbono (CO2), hacia la atmósfera. El objetivo principal es alcanzar una economía con bajas emisiones y lograr la neutralidad climática a través de la transición energética.
El uso de combustibles fósiles por parte del ser humano para el desarrollo económico ha aumentado significativamente las emisiones de CO2, un gas clave en el efecto invernadero que contribuye al calentamiento global y al cambio climático. La transición energética es esencial para descarbonizar, requiriendo una reestructuración en la producción de energía para eliminar el carbono. Esto incluye electrificar la economía utilizando energías limpias que solo emitan lo que el planeta puede absorber de manera sostenible. Comprender la electrificación, su relevancia y su implementación en cada sector es fundamental para reducir la huella de carbono en áreas urbanas, industrias y transporte.
El marco regulatorio es fundamental para avanzar hacia sistemas energéticos y aplicaciones más eficientes y libres de emisiones, facilitando así una descarbonización efectiva a un costo mínimo.
Europa ha liderado la transición energética global en los últimos años, estableciendo objetivos ambiciosos y políticas regulatorias para alcanzar una economía con bajas emisiones de carbono. El European Green Deal, presentado a finales de 2019 por la Comisión Europea, traza el camino hacia la neutralidad de carbono en 2050, fomentando la competitividad y desacoplando el crecimiento económico del uso de recursos.
Este compromiso climático se reafirmó con la aprobación de la Ley Climática en junio de 2021, estableciendo la neutralidad de carbono para 2050 y aumentando la meta de reducción de emisiones para 2030 del 40% al 55%. Este incremento exige la revisión y reforma de toda la normativa energética y climática vigente, a través del paquete «Fit-for-55», que se implementará en los próximos dos años.
Para impulsar la reactivación económica tras la pandemia de COVID-19, la Unión Europea ha puesto en marcha los fondos Next Generation EU, un recurso excepcional dotado con 750 mil millones de euros. Este fondo no solo busca reparar los daños económicos causados por la crisis sanitaria, sino también promover medidas que permitan cumplir con los objetivos climáticos establecidos. Cada Estado Miembro ha elaborado su propio Plan de Recuperación y Resiliencia, en el cual se detallan las acciones específicas para utilizar estos fondos en la transición hacia una economía más verde y sostenible.
Lograr la neutralidad en carbono de manera rentable es esencial para una descarbonización efectiva, asegurando que cada aplicación energética minimice sus emisiones al optar por la solución más eficiente y asequible.
La electricidad, destacándose como un vector clave, facilita la mayor adopción de energías renovables y emerge como la estrategia más eficiente para descarbonizar diversos sectores económicos con un coste reducido. Además, es la única opción que incrementa la eficiencia energética, un pilar fundamental en la descarbonización.
No obstante, existen ciertas aplicaciones energéticas donde la electrificación no es viable ni rentable. En estos casos, es necesario recurrir a combustibles descarbonizados, los cuales aún están en etapas tempranas de desarrollo tecnológico y presentan costes elevados.
La transición energética eficiente se enfrenta a varios desafíos importantes, el primero de los cuales es la descarbonización del sector eléctrico. Este sector es crucial porque permite una integración rápida y efectiva de las energías renovables, las cuales son fundamentales para reducir las emisiones de carbono. Se proyecta que, para el año 2030, aproximadamente el 65 % de la generación eléctrica provendrá de fuentes renovables, y para 2050, este porcentaje debería aumentar al 85 %. Para alcanzar estos objetivos, es necesario implementar varias estrategias y acciones clave:
- Impulso a las energías renovables: Es esencial incentivar la adopción de energías renovables mediante mecanismos competitivos que promuevan su desarrollo y uso. Esto incluye políticas de apoyo y subsidios que hagan que las energías limpias sean más accesibles y atractivas tanto para los consumidores como para las empresas.
- Desarrollo y digitalización de la infraestructura de red: Para manejar la creciente cantidad de energía renovable, es crucial modernizar y digitalizar la infraestructura de la red eléctrica. Un marco regulatorio estable y predecible ayudará a facilitar estas mejoras, asegurando que la red sea capaz de gestionar la variabilidad y la intermitencia de las fuentes de energía renovable.
- Establecimiento de mecanismos de capacidad: Estos mecanismos son necesarios para asegurar que el sistema eléctrico sea firme y flexible. La firmeza se refiere a la capacidad del sistema para proporcionar energía de manera confiable en todo momento, mientras que la flexibilidad se refiere a la capacidad del sistema para adaptarse a los cambios en la oferta y la demanda de energía de manera eficiente y sostenible.
- Fomento del almacenamiento eficiente: La gestión de la alta penetración de las energías renovables requiere tecnologías de almacenamiento avanzadas que permitan almacenar el exceso de energía producido durante los períodos de alta generación y liberarlo cuando la demanda es alta pero la producción es baja. Esto incluye baterías de gran capacidad y otras formas de almacenamiento energético como el hidrógeno.
El segundo gran desafío es la descarbonización de otros sectores de la economía a través de una mayor electrificación. Esto incluye principalmente el transporte y la edificación. En el sector del transporte, la adopción de vehículos eléctricos es clave para reducir las emisiones. En el ámbito de la edificación, las bombas de calor eléctricas representan una solución eficiente para la calefacción y la refrigeración de edificios.
Para facilitar esta transición hacia una mayor electrificación, se deben establecer las siguientes bases:
- Fiscalidad medioambiental homogénea: Es importante que todas las formas de energía asuman el coste de la descarbonización. Esto se puede lograr mediante la implementación de un sistema de impuestos basado en el principio de «quien contamina, paga», asegurando que los costes asociados a la contaminación se reflejen en el precio de los combustibles fósiles y otros recursos no renovables.
- Eliminación de barreras a la electrificación: Las tarifas eléctricas deben ser revisadas para eliminar costes ajenos al suministro de electricidad, haciendo que los precios sean más transparentes y reflejen mejor el verdadero coste de la energía. Además, se deben promover activamente los usos finales de la electricidad en todos los sectores, incentivando tanto a consumidores como a empresas a adoptar tecnologías y prácticas más sostenibles.